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¡Qué Dios te bendiga, Deogracias!

4años en la vida terrena dan para mucho, máxime si uno le pone ganas, ilusión e interés en aquello que lleva a cabo. En Almodóvar del Campo el ejemplo vivificante y espiritual lo hemos tenido en una persona bondadosa por encima de todo, de abnegada entrega y de gratitud plena en la oportunidad que sus semejantes y el Señor le han brindado.

Deogracias Rulinda, natural de Ruanda, uno de los países que hacen de orilla a la joya natural que son los Grandes Lagos de África, pero que en lo humano sufre en sus carnes la gran y generalizada desiguladad económica, llegó a este municipio ciudadrealeño en su condición de sacerdote, para proseguir sus estudios, en este caso de Derecho Canónico.

Y durante todo este periplo, Deo ha logrado superar otros retos. El principal era el idioma. También el acostumbrarse a la vida occidental, especialmente viniendo de un origen con tantas carencias. Entender la manera en que los españoles vivimos la fe. Junto a él ha habido no pocas personas, también buenas ayudándole, que allí estaban, junto a tantas otras, el pasado domingo 28 de julio en su despedida.

El párroco Juan Carlos Torres, quien ha tenido durante estos años en Deogracias un fiel compañero para atender la ingente labor pastoral y de servicio eclesiástico en Almodóvar del Campo, valoraba las muchas lecciones que este joven africano deja en la localidad natal de san Juan de Ávila y san Juan Bautista de la Concepción. Lecciones humanas de superación sí, pero también esa otra perspectiva, necesaria, que falta entre los católicos europeos.

El alcalde José Lozano también tenía palabras de reconocimiento al sacerdote ruandés, enfatizando precisamente esa bondad que le precede y también a los paisanos almodovenses que le han ayudado hasta el último momento de su estancia. El alcalde le entregaba unos recuerdos que sellan un más que sincero hermanamiento de Almodóvar del Campo con Deogracias.

Y quien lleva el agradecimiento a Dios en su principal carta de presentación, su nombre, no tenía más que gratitud absoluta para una población con la que se ha adentrado en este llamado primer mundo por contraposición al de su origen, un mundo el nuestro muy cargado de banalidades y que, con testimonios como el suyo, redescubrimos y valoramos el verdadero camino de la fe y de la caridad cristiana.

Gracias padre Deo por todo. ¡Qué el Señor te siga bendiciendo!

Momento de la consagración, bajo los patrones de la localidad